La Comisión de La Verdad es una necesidad
Saliendo del desaparecido cine Max, donde disfrutaba de la película Filadelfia, Narciso González (Narcisazo) caminaba hacia el norte de la Avenida Duarte con París, escuchando, en un pequeño radio, los resultados de la carreras de caballos, para tomar un vehículo del concho hacia La 17, y llegar a su residencia.
Vivía a una cuadra de la Avenida Duarte con Josefa Brea.
Pero, en la ruta, fue secuestrado e introducido violentamente a una jeep, de color negro, que era abordado por unos hombres fuertes y armados.
José Pérez, conocido por «El Cernícalo», quien en ese momento recogía el pago de los números de la lotería a los vendedores de esa comercial esquina, fue testigo ocular de lo sucedido a Narcisazo.
Luego lo manifestó en un villar, que estaba localizado en la París, casi esquina Duarte.
Su firme denuncia, tras ser testigo de la violenta captura de Narcisazo, le costó la vida.
Además de ocasionar la muerte, al «El Cernícalo» lo desaparecieron. Residía al lado de un colmado de la Calle Henríquez y Carvajal esquina “La Callecita”, de una cuadra de largo, al oeste de la Avenida Duarte, y donde se ubican las guagüitas que se dirigen a Los Mina.
Tenía una sola habitación y las autoridades junto a su hija abrieron su pequeña y bien organizada «residencia» y se comprobó que jamás regresó, sólo quedó viva su firme palabra que me manifestó un día antes de su muerte y desaparición.
Se conocen claramente sus culpables, los mismos energúmenos de siempre, pero por los compromisos cómplices de los grupos de poder, no hemos logrado que su caso se ventile en los tribunales de la República.
Narcisazo, además de profesor, fue escritor, poeta, periodista, historiador, guionista, teatrista, facilitador cultural y abogado.
Más tarde, su hijo menor, Amaury, murió en un hecho, que aún no ha sido aclarado.
Este es otro caso para ser investigado por la Comisión de La Verdad.