AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Uno de los sentimientos con los que los adolescentes tienen que lidiar, sintiéndose terriblemente mal y con su autoestima lacerada, es cuando quienes le rodean le manifiestan o le muestran que no creen en ellos, en sus sueños, en sus proyectos, en sus decisiones.
Cuando era adolescente era muy mal estudiante y nunca pude olvidar a aquel hermano de La Salle que al expulsarme del colegio me mostró no creer en mis promesas de superarme y le dijo a mi madre delante de mí, que me llevaran a artesanía a estudiar carpintería porque no creía en mí, esto incrementó la falta de fe en mi madre, quien terminó no creyendo en mí.
Al final terminé siendo bachiller e ingresando a la universidad a estudiar educación y psicología con una gran motivación, tener un colegio que recibiera a los estudiantes quienes, como yo, sufrían el desprecio de sus educadores por que los expulsaban por sus malas calificaciones y comportamientos.
El día que decidí poner un colegio, siendo todavía estudiante de término en la universidad, un amigo sacerdote me decía, que eso era imposible, pues ni tenía la preparación requerida, era muy joven y tampoco tenía los recursos, le respondí: “tengo a Dios conmigo, mi gran socio, que dirige mis pasos”.
Pero sí hubo quienes creyeron en mí, mi padre quien siempre me acompañó, me motivó, me apoyo, y mis asesores del momento, mi profesor universitario Luis Job Blasco, exsacerdote y mi gran amigo Aquiles Farías Monge, a quienes debo en gran parte lo que hoy soy.
Llegué a tener uno de los centros educativos más importantes y famosos del país, por 33 años, que transformó a miles de estudiantes convirtiéndolos en excelentes profesionales y hombres de bien y todo porque alguien creyó en mí.
Hoy, con mis nuevos propósitos de trabajar en esta nueva Empresa de Dios, hay quienes no han creído en mí, desde que salí hace unos años con destino a estas tierras de Dios, consideraron muchos que era una idea loca, sobre todo por mi edad y los medios de subsistencia, pero como siempre, que pongo mi confianza en Dios, emprendí mi camino, en esta ocasión dándole las gracias a los amigos de mi Comunidad de amor, quienes han creído en mí, a la Virgen María por estar siempre pendiente de mí y a mi amado Dios que me ha sometido a grandes pruebas para purificarme, reeducarme y hacerme crecer en el Espíritu, quien siempre ha creído en mí.
Víctor Martínez te exhorta a creer en tus hijos, en sus metas y alentarlos, en los planes de tu pareja, en Ti mismo, sin flaquear con las cosas que te propones, pero sobre todo cree en la presencia de Dios en tu vida, El siempre está a tu lado, y Él sí cree en ti.
Dios quiere que creamos en Él (Juan 8:24). De hecho, si no tenemos fe en Su existencia, no podemos ser salvos (hebreos 11:6). Nosotros tenemos fe en Él, pero Él también tiene fe en nosotros. Algunas veces Él cree más en nosotros de lo que nosotros lo hacemos.
Hay pruebas de cómo Dios cree en nosotros, creyó en Abraham, creyó en Job, Dios creyó en Rahab, creyó en Pedro, Dios creyó en Saulo, lo describió como “instrumento escogido…, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15). Todos los demás vieron en él al peor enemigo de la iglesia; Dios vio a su más grande promotor. Otros vieron a alguien que podía perseguir; Dios vio a alguien que podía enfrentar persecución. Ellos vieron a un blasfemo; Dios vio a un predicador. Ellos vieron a un homicida; Dios vio a un misionero.
Estos ejemplos muestran que, Dios cree en nosotros cuando otros no lo hacen, incluso nosotros mismos. Él no solamente protegerá a los que fielmente le sirven y sufren por Él, sino les preferirá y hará por ellos más de lo que ellos puedan pedir o pensar (Efesios 3:20).
Dios incluso puede usar a gente que ha cometido errores. Crea en Dios. Permita que Dios crea en usted.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por Irka Wendy Peña.
Que la gracia y la paz sean con ustedes de parte de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.
Hasta la próxima