Opinión

El director del COE se esquivó, su castigo fue un abuso

Por Augusto Álvarez

Créalo usted, ¿es posible que el equipo de rescatistas, encargado de la noble tarea de buscar a la niña arrastrada por las aguas en Lavapié, estuviera integrado por una sola persona?

¿Eran varios? Entonces, dónde están los demás?

¿Cómo es posible que, de los varios rescatistas que iniciaron la búsqueda, solo uno permaneciera hasta la 1:00 de la madrugada, y precisamente a esa persona fue a quien cancelaron?

El que se quedó fue retirado de la nómina, es decir, desvinculado. ¿Y los demás? Aquí, la «soga» se rompió por el punto más débil, el más responsable de todos. Parecería que el ahora desvinculado era el único que no pertenecía al partido de gobierno, es decir, al PRM.

Lo más lógico, y esto lo entendemos perfectamente, es que se empezara por cancelar a los que fueron los primeros en abandonar la búsqueda de la niña Sheilin Vizcaíno, de 13 años.

¿Por qué, entonces, se empezó cancelando al que permaneció por más tiempo en la operación de búsqueda?

Esta cancelación puede definirse, sin duda, como un abuso por parte del mayor general retirado Juan Manuel Méndez García.

Lo razonable habría sido que toda la dirección del COE, o al menos todos los rescatistas en San Cristóbal, fueran cancelados, pues fueron los jefes del COE en San Cristóbal quienes ordenaron parar la búsqueda, tomando una decisión fuera de la cadena de mando.

Es ilógico, y como bien dice el refrán, «una golondrina no hace verano», que la medida arbitraria tomada por el jefe del COE solo haya afectado a una persona: precisamente, la única que permaneció hasta la madrugada en el lugar de la búsqueda.

¿Acaso el desvinculado era el equipo de rescatistas? Eso es lo que se podría entender.

Ahora bien, supongamos que estuvo bien cancelado. Si realmente se quería hacer justicia, lo lógico era que permaneciera en el lugar, acompañado, incluso si solo estuviera con una sola persona.

Lo que debió hacer el mayor general retirado Méndez García, si realmente quería actuar con justicia, era empezar desvinculando a todos sus subalternos en la provincia de San Cristóbal.

Nadie, absolutamente nadie, puede ver con buenos ojos que el único que permaneció por más tiempo en la búsqueda de la menor haya sido el cancelado o desvinculado.

La injusticia es evidente. Se ha hecho realidad la famosa frase histórica: «La soga se rompió por lo más débil». Y en este caso, el más débil fue, irónicamente, el menos irresponsable.

En algunos medios, los directivos de las entidades de rescate en San Cristóbal admitieron que ordenaron el retiro de «sus tropas».

El que se quedó, sin lugar a dudas, desacató la orden de retirada. Pero, entonces, ¿fue desvinculado por desacatar la orden de sus superiores o por ser el único que no abandonó un escenario que nadie debía abandonar?

El presidente de la República, Luis Abinader, hoy debió destituir al general Méndez, no por cancelar a un rescatista, sino por ser un irresponsable. Es un irresponsable porque actuó de manera arbitraria y odiosa al cancelar al que menos debió cancelar.

Finalmente, quiro sugerir que se reconozca al verdadero héroe: el rescatista que salvó a la niña Sheilin, gracias a cuya valentía esa menor ahora está con su familia, aclamada por la sociedad.

¡Que viva el héroe!

La comunidad de Lavapié ya tiene su héroe, el verdadero rescatista: Joel Casilla Rivera (Sobieky).

¡Atrás la injusticia!

 

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