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Wellington Arnaud

Por Alberto Quezada

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Con la mirada puesta en el ciclo electoral de 2028 y ante la eventual salida de Luis Abinader del tablero presidencial, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) comienza a mostrar sus cartas. Entre los nombres que emergen con aspiraciones presidenciales, el de Wellington Arnaud ha generado interés por razones que trascienden el espectáculo político habitual.

Aunque menos visible en los medios que otros contendientes, su perfil técnico, su trayectoria institucional y su capacidad de organización interna ameritan un análisis serio.

Arnaud ha sido diputado, aspirante presidencial en 2020 y actual director ejecutivo del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA), cargo desde el cual ha liderado proyectos significativos de infraestructura hídrica.

Su paso por la administración pública ha sido valorado positivamente por diversos sectores, gracias a una gestión considerada eficiente y alejada de controversias públicas.

Uno de los factores más destacados en su posicionamiento político es su fortaleza estructural dentro del PRM. Distintos reportes coinciden en que ha consolidado una red de apoyo sólida en más de 28 provincias, con el respaldo de decenas de alcaldes, legisladores y dirigentes locales.

Este capital político le da una ventaja táctica en cualquier proceso interno, aunque no necesariamente se traduce en apoyo directo del electorado general.

Sin embargo, su candidatura enfrenta desafíos evidentes. Arnaud carece, por ahora, de una narrativa nacional suficientemente articulada que lo proyecte fuera de la estructura partidaria.

Su bajo perfil mediático y su limitada conexión con los segmentos urbanos, juveniles y de clase media lo colocan en desventaja frente a figuras con mayor capital simbólico y reconocimiento público, como David Collado o Carolina Mejía.

Además, la dinámica interna del PRM y la forma en que se seleccione su candidato influirá considerablemente en sus posibilidades reales. Si el método favorece la popularidad mediática o las encuestas, su estructura podría no ser suficiente. En cambio, si el partido prioriza el trabajo organizativo y los resultados de gestión, Arnaud podría perfilarse como una opción competitiva.

En definitiva, Wellington Arnaud representa una figura con méritos técnicos y políticos que amerita ser observada con atención. No se trata de encumbrarlo ni de subestimarlo, sino de reconocer que su ascenso refleja una tensión creciente entre dos visiones de liderazgo: la que apuesta por la forma y la que privilegia el fondo.

El autor es periodista y magíster en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo. quezada.alberto218@gmail.com

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