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Luis Abinader cumple con una de las obras hídricas más importantes del país

Por Darwin Féliz Matos

Cuando el entonces candidato presidencial Luis Abinader presentó su programa de gobierno, dejó claro que su visión no se limitaba a grandes obras visibles, sino a soluciones que impactaran directamente la calidad de vida de los dominicanos. Entre ellas, el agua potable ocupó un lugar central: garantizar su acceso como un derecho humano y una base de salud pública.

Desde el inicio de su gestión, el presidente Luis Abinader ha demostrado que gobernar es servir, y servir es mejorar la vida de la gente. Entre las muchas iniciativas que definen su visión de desarrollo humano y social, el acceso al agua potable y el saneamiento ambiental ocupan un lugar privilegiado. No son simples obras de infraestructura; son pilares de salud, dignidad y progreso.

Hoy, casi cinco años después, esa visión se materializa con la ampliación del Acueducto Oriental Barrera de Salinidad y el Trasvase a Santo Domingo Norte, una obra que consolida uno de los compromisos sociales más trascendentes de esta gestión. No se trata solo de ingeniería y caudales, sino de dignidad, salud y bienestar para más de dos millones de personas.

Con esta ampliación, el acueducto elevará su capacidad de producción a más de 45 millones de galones diarios, asegurando un suministro estable, confiable y de calidad para una población que supera los 850 mil habitantes. Se trata de una intervención que no solo fortalece la seguridad hídrica, sino que también tiene un impacto directo en la salud pública, reduciendo enfermedades de origen hídrico y elevando la calidad de vida de las comunidades.

El agua como política de Estado

Luis Abinader ha comprendido que el agua no es un recurso más: es la base de todo desarrollo sostenible. Su visión de gestión hídrica va más allá de la infraestructura, apostando por un modelo que vincula el agua con la salud, la equidad y la resiliencia climática.

Cada proyecto impulsado en este sector responde a un mismo principio: el agua es un derecho, no un privilegio.

Esa misma filosofía se refleja en el saneamiento de la cañada de Gurabo, en Santiago, otra de las grandes obras ejecutadas por el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA). Allí, la transformación no se limita al entorno físico; es una revolución social y sanitaria que rescata la dignidad de miles de familias que por años convivieron con la contaminación y el abandono.

Así como el Acueducto Oriental devuelve agua limpia a los hogares de Santo Domingo, el saneamiento de Gurabo devuelve salud, esperanza y calidad de vida al corazón del Cibao.

Ambas obras —una en el sur y otra en el norte— son el espejo de una misma visión presidencial: garantizar que el desarrollo llegue donde más se necesita. Son acciones que evidencian una gestión que no se mide solo en kilómetros de tuberías, sino en bienestar humano, en niños que crecen más sanos y en comunidades que respiran un ambiente más limpio y digno.

Más que obras, un legado de salud y desarrollo

El Acueducto Oriental Barrera de Salinidad no solo resolverá la demanda actual de agua potable en Santo Domingo Este y Norte; también preparará la región para los desafíos del futuro. Con una capacidad de producción de 6 metros cúbicos por segundo, el proyecto responde a las proyecciones de crecimiento urbano y a las presiones del cambio climático, garantizando resiliencia y sostenibilidad para las próximas generaciones.

De igual manera, el saneamiento de Gurabo, con su impacto ambiental positivo y la recuperación de espacios públicos, simboliza el compromiso del Gobierno con una nueva cultura del agua y la salubridad. Ambos proyectos, bajo la dirección técnica de INAPA, no solo transforman territorios, sino mentalidades, promoviendo una ciudadanía más consciente del valor de los recursos naturales.

Luis Abinader: compromiso cumplido

A medida que la ampliación del Acueducto Oriental entra en su fase final, el país puede constatar que Luis Abinader ha convertido sus promesas en realidades tangibles. Su administración ha llevado el agua donde antes no llegaba y ha hecho del saneamiento una prioridad nacional.

Cuando en enero de 2026 esta obra entre en pleno funcionamiento, miles de familias podrán abrir sus llaves con la certeza de que el agua limpia fluirá, símbolo de un Estado que cumple y de un Gobierno que pone primero a su gente.

Porque, al final, el desarrollo no se mide solo en carreteras o edificios, sino en la capacidad de un país para garantizar los servicios básicos que dignifican la vida.

Y en ese sentido, la ampliación del Acueducto Oriental y el saneamiento de Gurabo son más que obras: son sellos de un compromiso social inquebrantable y testimonios de un liderazgo que ha hecho del agua un motor de equidad, salud y esperanza para todos los dominicanos.

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