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Donald Trump y su peligrosa estupidez

Los conceptos emitidos en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor

Por Eduardo Cornejo

Hace más de 80 años, Dietrich Bonhoeffer, teólogo protestante, escribió un texto que con los años cobró gran reconocimiento, lo tituló “Teoría de la estupidez”. Bonhoeffer, filósofo también, escribió su tratado en pleno apogeo del nazismo, del que era un declarado opositor, y por lo cual fue perseguido.

Sostenía, el teólogo alemán, que las sociedades debían temerles más a los estúpidos que a los malvados. Afirmaba que “se puede protestar contra la maldad; se puede denunciar y, si es necesario, impedir con el uso de la fuerza. El problema con la estupidez es que solemos ser más tolerantes con ella porque muchas veces no se toma en serio, o quizá porque las personas estúpidas, a veces, elaboran argumentos con los que enmascaran su condición«.

Ni las protestas ni el uso de la fuerza consiguen nada aquí; las razones caen en saco roto; los hechos que contradicen los prejuicios de uno simplemente no necesitan ser creídos —en esos momentos la persona estúpida incluso se vuelve crítica— y cuando los hechos son irrefutables, simplemente se dejan de lado como inconsecuentes, como incidentales. En todo esto, la persona estúpida, en contraste con la maliciosa, está completamente satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al pasar al ataque”, señala Bonhoeffer.

Claro, si alguien actúa estúpidamente en su ámbito familiar, local, vamos, si no tiene cargo de responsabilidad pública o política, el daño que puede provocar es mínimo, o, en todo caso lo afecta directamente a él o su familia.

Aquí es cuando Bonhoeffer, que había sufrido y murió a manos de las hordas hitlerianas, advierte: “Tras una observación más atenta, se hace evidente que todo fuerte auge del poder en la esfera pública, ya sea de naturaleza política o religiosa, infecta de estupidez a una gran parte de la humanidad”.

El filósofo germano, en su teorización de la estupidez y la maldad, afirma que “la estupidez es mucho más difícil de eliminar, por eso es un arma peligrosa. Como ovejas en un campo, una persona estúpida puede ser guiada, dirigida y manipulada para hacer cualquier cosa. El mal es un maestro de marionetas Como a los malvados les cuesta hacerse con el poder, necesitan que los estúpidos hagan su trabajo, y nada le gusta tanto como las marionetas descerebradas que se lo permiten, ya sea en el público en general o en los pasillos del poder”.

Bonhoeffer añade que la estupidez “no tiene una causa psicológica sino sociológica, es decir, es contagiosa: la estupidez de uno necesita la estupidez del otro”. El estúpido tiene una característica muy funesta, y es que sólo tiene en cuenta un punto de vista: el suyo.

¿A qué viene todo esto de la estupidez? A que el martes 23 de septiembre, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Donald Trump, en un discurso que muchos consideraron histórico, y no precisamente por su brillantez, hizo una demostración palmaria de lo que es ser estúpido, al pretender imponer al mundo entero una visión global que sólo está en su mente y su proyecto.

Entre las lindezas que dijo, refiriéndose a Venezuela, por ejemplo, es que a su país sólo le queda eliminar a las supuestas organizaciones que ha designado como «terroristas», como narcotraficantes, mediante bombardeos en el Caribe. Lo dijo pese a que los presidentes de Brasil y Colombia cuestionaron el despliegue militar en aguas caribeñas.

El no entiende, o no quiere entender, que Venezuela, según los entes especializados de la ONU, los propios entes norteamericanos especializados en el tema del narcotráfico, no es un narco-Estado, que no tiene carteles poderosos como en otros países.

Diversas fuentes especializadas estiman que más del 80 % de la droga que llega a EE. UU. sale de Suramérica a través de la ruta del Pacífico, principalmente de países como Colombia y Ecuador

A la amenaza de bombardear embarcaciones, Luiz Inácio Lula da Silva consideró «preocupante» que se intente vincular la delincuencia común con el terrorismo. «La manera más eficaz de luchar contra el narcotráfico es cooperar para reprimir el lavado de dinero y constreñir el comercio de armas«, expresó el mandatario amazónico.

Es público y notorio que el sistema financiero norteamericano recibe mucho dinero proveniente del narcotráfico. El crack financiero del 2008, que derribó grandes bancos, que luego fueron reflotados por George W Bush, en contra de todos los preceptos neoliberales del libre mercado, ese crack financiero fue solventado con mucho “dinero sucio”, con dinero del narcotráfico.

El lavado o legitimación de capitales derivado del narcotráfico es uno de los componentes y pilares de la economía de Estados Unidos. De acuerdo a publicaciones de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el comercio global de drogas ilícitas genera entre 426 y 652 mil millones de dólares anuales en ganancias criminales.

En un trabajo publicado por el portal de Misión Verdad, se afirma que por el narcotráfico, una porción significativa —alrededor de 20-30 % de los flujos ilícitos globales— se lava en Estados Unidos y se asocia con el narcotráfico. Ese dato sugiere que Estados Unidos es el principal beneficiario en el mundo de la legitimación de capitales provenientes del narcotráfico. El Departamento del Tesoro reconoció que en su país se lavan aproximadamente 300 mil millones de dólares al año en total —lo cual incluye todas las actividades criminales—, con el narcotráfico como contribuyente de manera desproporcionada.

En los últimos años existe un repunte del lavado de capitales en Estados Unidos, asociándose con el auge del fentanilo, considerando que esta droga se maneja al menudeo con intrincadas asociaciones y redes de negocio en suelo estadounidense.

Pero volviendo al sistema financiero, y a la hipocresía norteamericana respecto a la lucha contra el narcotráfico, bancos como Wachovia Bank —hoy Wells Fargo—, HSBC, y TD Bank, todos estadounidenses, fueron multados por lavado de capitales de diversas actividades ilegales, incluido el narcotráfico.

Investigaciones serias mostraron que, entre 2004 y 2007, Wachovia Bank lavó 378 mil millones de dólares. El banco pagó una multa de 160 millones de dólares y fue adquirido en 2007 por Wells Fargo. En 2024 DT Bank, de Estados Unidos, acordó pagar mediante un acuerdo privado un monto de 1.300 millones de dólares al Departamento de Justicia por lavado de dinero ilícito, según datos de la FinCEN (Red de Control de Delitos Financieros).

El Departamento del Tesoro admite que en los Estados Unidos existe una serie de mecanismos y procedimientos para el lavado de dinero. Hablan de métodos tradicionales y novedosos, quedando en evidencia que existen organizaciones dedicadas a ello. ¿Carteles? Si quieren les ponen otro nombre, pero son las que viabilizan el tráfico de drogas en ese país.

Pero volviendo a Trump y la estupidez, más allá de filósofos, sociólogos, hay una contundente definición de ella en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “Torpeza notable en comprender las cosas”.

Y Donald Trump tiene problemas para entender qué está pasando en el mundo. Habló en la ONU, y fuera de ella también, como si fuera el emperador, el rey del mundo. Habló como si estuviera por encima de todo y de todos. Dijo que Rusia es un “tigre de papel”. Aunque no puede explicar como Rusia viene ganándole la guerra a la OTAN en Ucrania. Habló de que la ONU no sirve, que la izquierda está dañando el orden mundial.

Claro, él no se da cuenta, o no quiere darse, de que es su país el que colapsa una sana convivencia internacional. ¿No entiende que sus amenazas, sus sanciones arbitrarias, complican el escenario global y hace que los países busquen otras alternativas?

Regañó a los europeos, aunque estos por su genuflexión le dan pie a ello. Cuestionó las olas migratorias, como si no fueran consecuencia de las guerras que ocasiona el Occidente Colectivo, como si no fueran consecuencia de sus políticas de expoliación contra los pueblos de todo el mundo, de sus políticas de cambio de régimen, de su necesidad de crear guerras para vender armas.

Pero “la torpeza notable en comprender las cosas” se hace más ostensible cuando no se da cuenta de que el nuevo orden mundial ya está emergiendo. Que ya no tiene cómo presionar a otros como lo hacía anteriormente.

¿Ejemplos? Amenazó a India con más aranceles y estos respondieron estrechando lazos con Rusia y China. Tan es así que, días después, Trump publicó que habían perdido a Indía. No entendió, no comprendió a tiempo, las consecuencias de sus fanfarronadas.

Amenaza a Brasil con más impuestos porque el poder judicial amazónico condenó a Jair Bolsonaro, y la respuesta de Lula fue digna. Es más, refuerza la posición de Brasilia en la busca de ir reemplazando el dólar como moneda hegemónica.

Su apoyo irrestricto a Israel en el genocidio palestino, hizo que Gustavo Petro sugiriera que China encabezará una fuerza militar de paz a la zona de Gaza. Esto era impensable hace un tiempo.

De hecho, el repudio casi absoluto a Tel Aviv, hizo que aliados tradicionales de Washington reconozcan a Palestina. El mundo que existe en la cosmovisión de Trump se evapora.

¿Qué hace Trump? Radicaliza su mensaje. En el funeral de Charlie Kirk, mientras su viuda, apelando a versículos de la biblia perdona a su victimario, Trump habla de venganza. Mientras su país, en medio de una guerra civil híbrida en marcha, requiere un liderazgo de concordia, él amenaza a sus adversarios. Mientras le es imposible detener el escándalo por la Lista Epstein, amenaza Afganistán, como si fuera cosa fácil agredir a ese país.

Es cierto, la base que pretende robarles a los talibanes resulta estratégica, pero ¿está en condiciones de emprender esta nueva aventura; lo hace por crear tensión con Pakistán, China e India?

Y justo cuando Pakistán, país con armas nucleares, estableció un acuerdo de defensa mutua con Arabia Saudita.

Volviendo a Bonhoeffer, “la estupidez no tiene una causa psicológica sino sociológica, es decir, es contagiosa: la estupidez de uno necesita la estupidez del otro”.

La estupidez de Trump está acompañada de muchos norteamericanos que están estupidizados por lo que consumen en las redes sociales, por Hollywood, por sus medios de comunicación tradicionales, por todo tipo de drogas que van desde las “tradicionales” hasta las sintéticas; y está acompañada de mamotretos como el Destino Manifiesto, la Doctrina Monroe, y el Excepcionalismo. Porque nadie, con un mínimo de razonamiento sano, puede creer que alguien es superior a otro por la tonalidad de su piel, o porque lee y sigue las enseñanzas de algún libro sagrado.

La estupidez se refiere a la estrechez de miras, y quien no reconoce a otros, quien no reconoce otras corrientes de pensamiento, aunque no las comparta, evidentemente tiene miopía intelectual; ve el mundo parcialmente. La estupidez se refiere a la estrechez de miras.

Vamos a citar nuevamente al filósofo alemán cuando dice: “como a los malvados les cuesta hacerse con el poder, necesitan que los estúpidos hagan su trabajo…”.

Los lobbys sionistas manejan el pensamiento de la clase política norteamericana e instituciones que tienen que ver con la seguridad. Moldean su pensamiento, de hecho, tienen décadas haciéndolo. Por eso el respaldo, el involucramiento, en la búsqueda del exterminio a los palestinos y en el establecimiento de aquello que los talmúdicos llaman el “gran Israel”. Según la ecuación de Bonhoeffer, allí están los malvados de la ecuación.

Los estúpidos son encabezados por Trump. Claro, allí también entran los que obedecen a los lobbystas por fines netamente pecuniarios. Pero ese es otro tema.

Afortunadamente, el nuevo orden mundial emerge. La multipolaridad se abre paso porque las condiciones están dadas para ello.

No es secreto que mientras más se multipliquen los puntos de vista, menor será la estupidez y mayor la inteligencia.

Apoyemos la pluralidad cultural, combatamos la estupidez y los estúpidos donde quiera que se encuentren.

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