Resulta difícil contabilizar los crímenes que, cada mañana, el Estado sionista perpetra en la Franja de Gaza.
En tiempos pasados, alguien escribió un poema titulado «Asombro de la muerte». Sin embargo, lo que hoy se vive no es poesía: es un holocausto a plena vista, cuyas imágenes desgarradoras no provienen de campos de exterminio del pasado, sino de los barrios devastados de Gaza.
¿Es acaso que los israelíes sólo matan palestinos? Extrañamente, el patrón parece inalterable.
Personal médico, socorristas y hasta enviados de agencias internacionales también caen bajo la maquinaria de muerte israelí. Las víctimas se suman en un cementerio sin cruces, sin nombres, sin justicia.
¿Y el Programa Mundial de Alimentos de la ONU? Al parecer, poco sabe de la tragedia que ocurre en Gaza, salvo lo que escucha desde la narrativa del sionismo. Ayer con Joe Biden, hoy con Donald Trump: siempre el imperio decide.
Nadie ignora ya que en Tierra Santa gobiernan figuras como Benjamín Netanyahu —y antes Trump—, forjadas del mismo material: poder, cinismo y exterminio.
¿Aparecerá una luz que anuncie un nuevo amanecer en Medio Oriente? Ojalá el futuro nos sorprenda con paz y dignidad para todos.