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REFLEXIONES
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar ¿nasilsiniz?
Decía San Agustín que era más fácil meter todo el mar en un agujero de la arena, que entender el misterio de la Trinidad, me perdona mi hermano Agustín, pero no estoy de acuerdo.
Es cierto que, el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la «jerarquía de las verdades de fe».
Hablar del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo como tres personas en una, parecería complicado de entender, de lo que sí estoy seguro es de que solo las personas de fe alcanzan a entender la dimensión de esta gran verdad.
El misterio de la Santísima Trinidad nos dice que en Dios hay tres personas, el Padre que es completamente Dios, el Hijo que se encarnó en Jesucristo y que es Dios todopoderoso y el Espíritu Santo que hace visible esa relación de amor entre el Padre y el Hijo que también es Dios todopoderoso.
Víctor Martínez piensa que, nosotros somos personas compuesta por lo físico, mental y espiritual, para mí es tan fácil entender que el Padre Dios esta en mi mente, que lo manda y ordena todo, el Hijo Dios está representando en mi cuerpo dirigido por mi mente y el Espíritu Santo en mi alma, haciendo posible esa aleación entre mi cuerpo y mente, los tres integrados en una persona, Víctor.
No me puedo divorciar de ninguno de los tres, pues si faltara uno, los otros no funcionarían, es exactamente lo mismo que sucede en mi fe, sin el Padre, sin el Hijo o sin el Espíritu Santo, no habría vida. Para mí, el misterio está cuando nos llegue el momento de la muerte, ¿por qué? Intúyelo.
Elevemos hoy nuestras oraciones, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias a la Fundación Farach.
Hasta la próxima.
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