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El teletrabajo y su impacto en la salud mental un desafío silencioso

Por Doctor Ramón Ceballo. 

El teletrabajo, impulsado por la pandemia de COVID-19, se consolidó como una modalidad laboral en expansión, ofreciendo flexibilidad y reducción de desplazamientos. 

Sin embargo, detrás de, sus aparentes ventajas, emergen crecientes señales de un impacto negativo en la salud mental de los trabajadores. 

La línea que separa la comodidad del hogar del estrés laboral se ha vuelto difusa, dando lugar a un fenómeno que preocupa a psicólogos y expertos en recursos humanos.

Diversos estudios señalan que el aislamiento social, la sobrecarga de tareas y la falta de límites claros entre la vida personal y laboral aumentan los riesgos de ansiedad, depresión y síndrome de burnout. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental constituye un componente esencial del bienestar laboral; cuando se ve afectada, las consecuencias incluyen disminución de la productividad, incremento del ausentismo y conflictos interpersonales.

El teletrabajo altera los ritmos cotidianos. La ausencia de desplazamientos y horarios estrictos puede parecer liberadora, pero a menudo se traduce en jornadas más largas y mayor dificultad para “desconectarse”. 

Esto genera estrés crónico, fatiga emocional y problemas de sueño, factores directamente asociados con trastornos de ansiedad y depresión. Investigaciones recientes muestran que los trabajadores que no establecen límites claros entre trabajo y hogar presentan hasta un 40% más de síntomas de estrés laboral.

Otro factor crítico es la reducción del contacto social. Las interacciones informales en la oficina, charlas, reuniones breves, encuentros de equipo, cumplen una función protectora para la salud mental. Su ausencia prolongada puede provocar sensación de aislamiento y soledad, que son predictores de depresión. 

Asimismo, la dependencia excesiva de tecnologías digitales puede agravar la fatiga cognitiva y emocional, generando lo que algunos expertos denominan “burnout digital”.

Empresas y profesionales buscan estrategias de mitigación. Establecer horarios fijos, pausas activas, espacios de socialización virtual y programas de apoyo psicológico se vuelve esencial.

 La comunicación transparente y la gestión adecuada de expectativas también son factores clave para reducir la sobrecarga laboral. 

La evidencia indica que intervenciones preventivas pueden disminuir significativamente los efectos negativos del teletrabajo en la salud mental.

En conclusión, el teletrabajo no es un fenómeno neutro, sus ventajas deben equilibrarse con medidas conscientes para preservar la salud mental. 

Ignorar sus efectos puede traducirse en consecuencias a largo plazo para individuos y organizaciones, desde aumento de enfermedades psicosociales hasta disminución de productividad.

 La clave está en promover un equilibrio saludable entre trabajo y vida personal, así como en reconocer la salud mental como un componente central del desempeño laboral sostenible.
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