Por Augusto Álvarez
Quienes cuentan la historia, suelen ocultar los más oscuros momentos en los cuales, por orden de la Corona, nuestros habitantes originales fueron extinguidos.
Naturalmente, los colonizadores, previamente, obligaban a los indios a entregar el oro que sin saber nada de dicho metal, ellos lograban extraer.
Al observar el retrovisor, nuestras autoridades, ¿pedirían explicaciones a la corona española?
El saqueo se inició por Puerto Plata y en el promontorio del llamado Santos Cerro, en el valle de La Vega se profundizó.
Sabemos que los enviados de la Corona, dividieron su accionar en 5 cacicazgos, y en cada uno de ellos se multiplicaba la extinción de la población indígenas.
Los que llegaron para, desde aquí enviar a España todo lo que de valor teníamos, lograron obtenerlos.
En aquellos tiempos, la violación sexual no existía y por tal razón, violar la inocencia no era un delito, y el hambre sexual de los españoles que llegaron en la Pinta, La Niña y la Santa María, gozaron de la inocencia de nuestras féminas.
¿Esta historia es contada por nuestros historiadores?
Imposible, de ahí que usemos la imaginación e iniciamos a observar la lógica de los escribanos al servicio de la represión y el saqueo de las riquezas originales, razón por la cual debemos acusar a la Corona por el robo de la inocencia de nuestra verdadera raza inmortal.