Estado anímico precedente al suicidio de partidos políticos y personas

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El declive de un partido político y el proceso que precede a su «suicidio político» puede ser comparado metafóricamente con el deterioro psicológico de una persona que se ve asimismo atrapada en una espiral de negatividad y desesperanza que le induce a disponer de su existencia.

Por Rafael Méndez

Hace muchos años, el doctor Euclides Gutiérrez Feliz pronunció una advertencia lapidaria en el sentido de que “los partidos políticos también se suicidan” y, aunque no desarrolló esa atrevida afirmación, me llamó poderosamente la atención y por esa razón la he tenido siempre en mi recuerdo.

Sin ser profesional de la sociología, psiquiatría o psicología, el recurso que hoy pone en nuestras manos la inteligencia artificial, nos da la oportunidad de consultarla sobre cualquier elucubración que se nos ocurra, y es precisamente esa vanguardia de la revolución tecnológica la que me sirvió de fuente para elaborar este trabajo.

A manera de concepto

El suicidio es un fenómeno complejo que puede tener múltiples factores desencadenantes, y el estado anímico previo juega un papel crucial en este proceso tanto para individuos como para entidades políticas. Este artículo busca explorar las similitudes y diferencias en el estado anímico que precede al suicidio en ambos casos.

En el ámbito individual, el estado anímico precedente al suicidio puede manifestarse de diversas formas, por lo que se consideran factores comunes la depresión, la ansiedad, la desesperanza, situación estas que llevan a las personas a consideran el suicidio al no tener esperanza de encontrar soluciones a sus problemas.

En el caso de los partidos políticos, el estado anímico precedente al «suicidio» político puede ser igualmente complejo, siendo la pérdida de apoyo popular, la división interna, los escándalos de corrupción y la falta de dirección efectiva algunos de los factores que pueden contribuir a un estado de crisis.

Al igual que en el ámbito individual, los partidos políticos pueden experimentar una sensación de desesperanza y falta de salida ante la adversidad, lo que puede llevar a decisiones extremas, como la disolución o la pérdida de relevancia política.

Es importante destacar que, si bien hay similitudes en los estados anímicos precedentes al suicidio, tanto en individuos como en partidos políticos, también hay diferencias significativas. Mientras que en el caso de las personas el suicidio es una tragedia individual que afecta a amigos y familiares, en el ámbito político puede tener repercusiones a nivel nacional o incluso internacional, afectando a millones de personas.

Una comparación metafórica

El declive de un partido político y el proceso que precede a su «suicidio político» puede ser comparado metafóricamente con el deterioro psicológico de una persona que se aferra a la idea de que su existencia terrenal no tiene ningún sentido, y más que todo, se ve asimismo atrapada en una espiral de negatividad y desesperanza.

Así como una persona puede sentirse atrapada en una espiral de negatividad y desesperanza, un partido político puede encontrarse en una situación en la que percibe que sus opciones se han reducido significativamente, y que su capacidad para influir en el curso de los acontecimientos se ha visto disminuido.

Al igual que una persona que contempla el suicidio puede experimentar un aislamiento emocional y social, un partido político en declive puede encontrarse cada vez más aislado de su base de apoyo y de la sociedad en general, que se manifiesta en la falta de conexión con las preocupaciones y aspiraciones de la población, lo que puede contribuir aún más a su desesperación y desesperanza, por sentirse desconectado y marginado.

Asimismo, tanto los individuos como los partidos políticos pueden experimentar un sentimiento de pérdida de identidad y propósito antes de tomar una decisión tan drástica, que al igual que una persona puede sentir que ha perdido su sentido de identidad y propósito en la vida, un partido político puede encontrarse luchando por definir su misión y visión en un mundo político en constante cambio.

Una persona que contempla el suicidio puede experimentar una sensación de alivio ante la idea de poner fin a su sufrimiento, un partido político en declive puede percibir la idea del «suicidio político» como una forma de liberarse de la agonía de su situación actual.

Sin embargo, al igual que el suicidio no resuelve los problemas subyacentes de una persona, el «suicidio político» no aborda los problemas fundamentales que enfrenta un partido político, sino que simplemente pone fin a su existencia como entidad política.

En resumen, aunque la comparación entre el declive de un partido político y el proceso psicológico que precede al suicidio de una persona puede parecer abstracta, ambas situaciones comparten ciertos elementos comunes de desesperanza, aislamiento, pérdida de identidad y, en última instancia, la búsqueda de una salida ante una situación insostenible.

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