Por Augusto Álvarez
La historia de la democracia y la inmoralidad política se entrecruzan, y nos obligan a observar el retrovisor, y detenernos en los años del Doctor, donde el vicepresidente de la República, Francisco Augusto Lora, fue impedido de ingresar al Palacio Nacional.
Es la democracia, igualmente lo fue la brillantez de diputados electos que, inmediatamente fueron favorecidos por sus comunidades, soltaron sus curules y se fueron a guisar en grandes, siempre con el aval de quién decide.
Ahora la inmoralidad llegó a La Vega, donde el alcalde electo se movió a ministro, mientras la alcaldesa Amparo Custodio, una popular wa-wa-wa, se quedó como perico en la estaca.
¿Qué dice la Liga Municipal Dominicana o el partido en el cual ella fue electa?
Eso de que renunció, nadie se lo cree.
La gente se pregunta, ¿por su origen, ella no puede ser alcaldesa?
Si el expresidente Joaquín Balaguer hizo lo que quiso con el vice Lora, y en la administración del presidente Abinader, dejaron a sus electores y se fueron a guisar, entonces, que siga la democracia que posibilita la trampa que realizan los funcionarios.