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Gonzalo y la responsabilidad de Estado del PLD

Los conceptos emitidos en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor

Juan Cuevas

Las imágenes de Gonzalo Castillo, en plena pandemia del COVID-19, tirado a las calles, preocupado por asistir a su pueblo, a su gente, todavía permanecen en mis retinas. No se ocultó en durante la campaña de 2020 como los candidatos a la presidencia de los otros partidos. Para muestra un botón, ejemplo de la grandeza de un líder.

Y es que, «el líder nace, no se hace». Actos que únicamente se observan en los hombres de gran calibre. Una postura de modestia y desinterés de Gonzalo hacia su gente, sacrificando su propia salud y vida, porque el COVID-19 a muchos sepultó. Heroicidad que solo los gigantes de corazón llevan consigo y, Gonzalo es uno de ellos. Quien escribe conoció mejor que Gonzalo, los peligros a los que se enfrentó en la pandemia, porque estuve dos semanas recluido en la soledad de una habitación combatiendo el COVID en mi propio cuerpo. Y les cuento, la verdad no se lo desearía a nadie.

En ese sentido, la coyuntura política para el 2028, obliga al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a obrar en consecuencia, como el partido de Estado que es. No se le permite errar, pues será juzgado por el pueblo. Lo primero es, que el pueblo dominicano le está clamando y aclamando su vuelta a dirigir los destinos de la nación; y lo segundo, que el PLD no puede darse el lujo de escoger un candidato presidencial lejano de las aspiraciones que le demande el pueblo.

Aquí no valen compromisos personales, orgánicos, deudas políticas ni “triquiñuelas”. Para el 2028 el PLD sobrevive o se suicida. El pueblo no le perdonará que pudiendo echar al PRM, volvieran hacerse presos de chantajes divisionistas o amenazas de transfuguismo. Inaceptable, además, el fantasioso discurso de que el PLD podría ganar con cualquier candidato, magna evidencia de ingenuidad u oportunismo.

En fin, muchos precandidatos en las calles, todos ideológicamente afines. Entonces, no habrá justificación para ambiciones personales extremistas que pongan en peligro la recuperación que vienen trabajando el presidente Danilo Medina y el secretario general Johnny Pujols. Se trata de iniciar el camino al Palacio agarrado de la mano del pueblo. Por lo tanto, el PLD como partido de Estado, tendrá la obligación de poner los oídos en el corazón del pueblo y, ofrecerle la posibilidad de que sean partícipes de la escogencia de su candidato para el 2028.

Es así, que “cuando la fiesta va hacer buena, en la víspera se nota” –reza el dicho. Y con Gonzalo se avizora buena la fiesta. Todo esto, sin denostar las excepcionales cualidades de los demás precandidatos peledeistas, que son buenas, sin duda alguna. Pero el pueblo avista luz y, añora esperanza en un PLD con un Gonzalo, que apuesta al pragmatismo, sofismos apartes.

Creemos que a lo interno del PLD y, dentro de los mismos precandidatos presidenciales debiera prevalecer el consenso y, la madurez de Estado. Pues la política dominicana nos ha demostrado y, el presidente Abinader es el mejor ejemplo, que “pedirle ahuyama a la mata de güiros” no dejan buenos resultados.

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