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Molestosa precampaña

Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol

La Junta Central Electoral debe exhibir presencia de combate, y sancionar a los partidos políticos que están en precampaña. Hay reglamentos que prohíben el proselitismo y la JCE es el único organismo para llamar la atención y aplicar sanciones.

Se tiene que dar un encuentro a máximo nivel entre los partidos, el liderazgo nacional y la JCE. Siempre en pie de priorizar el diálogo y la concertación, pero a veces hay que ser más fuerte.

Dicho a la verdad no hay nadie dentro de los partidos políticos con las fuerzas necesarias para poner fin a las precandidaturas. Ya pasó el tiempo que con un ademán un líder controlaba a las masas. Ahora hay un desborde de pasiones incontroladas.

El poder absoluto de los viejos caudillos permitía ordenar la casa. Solo grupos minoritarios se atrevían a desafiar a Juan Bosch, a Joaquín Balaguer y a José Francisco Peña Gómez. Eran puño de hierro en lo que se refiere a la disciplina.

La búsqueda se mueve por abajo. Las precandidaturas a la presidencia son su principal signo. La campaña a destiempo distrae en la solución de los principales problemas que tiene el país. Si los partidos no pueden controlar el río desbordado, le toca actuar a la Junta.

Las precandidaturas en el partido de gobierno son las más apremiantes, tomando en cuenta que aspiran funcionarios de primer nivel. No es descabellado pensar que mientras están buscando respaldo partidista, descuidan sus obligaciones.

O algo peor, sectorizan a nivel de su grupo todo lo que se mueve en la dependencia que lideran, que va desde el simple empleo, hasta las compras que se puedan hacer.

Si la campaña es a destiempo lo mejor sería que los funcionaros que aspiran tomen una licencia adelantada. El pueblo está cansado de política las 24 horas y la lucha por candidaturas en todos los partidos.

Pero también las precandidaturas se han lanzado para los aspirantes a senadores, diputados, alcaldes y regidores. En todos los municipios los que aspiran están en la calle del medio y nadie les llama la atención.

De ahí la importancia de regular a los precandidatos presidenciales, para que el ejemplo venga desde arriba y los que buscan cargos menores sepan que no se está jugando pelota.

La campaña a destiempo puede ser controlada, pero debe haber un ejercicio democrático en los partidos, y don de mando en la Junta. Ya el pueblo está cansado de esta precampaña a destiempo.

Lo más pronto posible debe darse ese encuentro de la Junta con el liderazgo político, para tratar las violaciones a la prohibición de las candidaturas fuera de tiempo.

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