¿Quién es Elia Pichardo?

Los ciudadanos de las grandes urbes tienen mayores oportunidades para desarrollarse profesional, económica y socialmente.
Sin embargo, los residentes de pequeñas poblaciones no siempre cuentan con esas facilidades urbanas, lo que convierte en un desafío significativo el sobresalir en medio de las limitaciones.
En el laborioso poblado de El Valle, municipio de la provincia de Hato Mayor, en la región Este, creció una joven admirable llamada Elia Pichardo, hija de Matilde Marmolejos, quien dedicó su vida a la enseñanza con una labor ejemplar y humana.
Elia no se conformaba con cumplir únicamente los objetivos académicos establecidos, sino que trataba a sus alumnos como si fueran sus propios hijos.
Su cariño, amor, solidaridad y constante enseñanza de valores humanos fueron parte integral de su labor educativa.
Militante activa en su gremio, la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Elia fue una de las primeras en unirse a las luchas por los derechos del magisterio.
Su incansable trabajo en defensa de la educación la hizo destacar no solo en su comunidad, sino también en la provincia y la región.
Elia también fue Presidenta del Comité Dominicano de los Derechos Humanos (CDDH) en El Valle, y su trabajo trascendió fronteras locales. Fue una mujer honesta, responsable, inteligente, solidaria, fiel y cariñosa, con una actitud férrea contra la corrupción y cualquier acto reprochable.
Tras enfrentar serios problemas de salud, Elia estuvo lista para partir a otro plano, dejando un legado tan brillante como el fuego de una estrella.
Su despedida fue un acto de amor y calidez, rodeada de compañeros de trabajo, su directora escolar Magdalena Pérez, vecinos, jóvenes, ancianos, niños y sus hermanos religiosos.
Su hijo Pedro Green estaba devastado, y figuras cercanas como Félix Sánchez, Luis Peña y Jesús Peña del CDDH, acompañaron su partida.
Si Elia hubiera nacido en una gran ciudad, hoy sería vista como una persona excepcional, famosa en los medios de comunicación y la televisión. Sin embargo, ella fue una heroína anónima, como tantas otras personas grandes en nuestras comunidades, que brillan sin buscar reconocimiento, pero cuya influencia es eterna.
Es un verdadero orgullo haberla conocido y ser su amigo.