Operación terrestre israelí en Ciudad de Gaza: ¿qué pasará después? ¿Cómo influirá en los rehenes? ¿Y en la negociación?
Netanyahu pretende doblegar a Hamas y conseguir la vuelta de los rehenes israelíes con una decisión que ha provocado el rechazo y grandes críticas dentro y fuera del país
Tras un mes de preparativos, discusiones entre el jefe del ejército y ministros en el gabinete, la movilización de decenas de miles de reservistas, el llamamiento a la evacuación de gazatíes, ataques aéreos, incursiones en zonas periféricas y contactos con EE.UU. para recabar su apoyo, Israel ha comenzado la operación terrestre en la Ciudad de Gaza.
Los objetivos de la ampliación de la ofensiva «en el gran feudo terrorista de Hamas» declarados por el primer ministro Bejamin Netanyahu son doblegar al grupo islamista y devolver a los rehenes. Pero se trata de la operación que más incógnitas, críticas y dudas despierta en Israel en la guerra más larga de su historia que empezó como la más consensuada a nivel interno y externo en respuesta al ataque del 7 de octubre de 2023. Los sondeos muestran que la mayoría de los israelíes pide el cese de la ofensiva para permitir la vuelta de los 48 secuestrados pero en la realidad manda la mayoría del gabinete y la Casa Blanca de Donald Trump.
¿Lograrán los tanques y los carros blindados presionar a Hamas para que entregue a los secuestrados aún en cautiverio (20 vivos) como cree el Gobierno o, por el contrario, puede acabar con su muerte por error (acción militar) o asesinato (a cargo de Hamas ante una posible llegada de soldados) como alertan muchas de sus desesperadas familias? ¿Cuánto tiempo durará? ¿Se ampliará después al centro de la devastada Franja (Nusseirat y Dir El Balah)? ¿Es posible acabar con un grupo como Hamas? ¿Cuál será el día después en un enclave que requiere una amplia reconstrucción?
Por el momento, lo único indiscutible es que varios miles de soldados de dos divisiones (162 y 98) iniciaron la llamada operación Carros de Gedeon II bajo cobertura del intenso fuego de artillería y de la Fuerza Aérea que hizo temblar zonas de la localidad en una de las peores noches en la ciudad. Fuentes sanitarias gazatíes indicaron que varias decenas de palestinos murieron y resultaron heridos durante la jornada.
«Los israelíes han comenzado a hacer operaciones allí», reveló el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, a primera hora de la mañana en el aeropuerto de Ben Gurion, sellando la visita en la que refrendó el apoyo a la operación con la esperanza de que golpee a Hamas y no cierre la ventana de la negociación para la vuelta de los rehenes.
«Tenemos una ventana de tiempo muy corta en la que se puede alcanzar un acuerdo. Ya no tenemos meses, y probablemente tenemos días y quizá semanas para lograrlo», avisó antes de partir a Qatar donde, por un lado, intentó calmar los ánimos aún encendidos por el ataque israelí contra el liderazgo de Hamas en Doha hace una semana y, por otro, tanteó el pulso de la mediación y la negociación.
En el ejército destacan que es una operación gradual, dando a entender que en cualquier momento se puede parar si surge la posibilidad de la vuelta de los secuestrados. Algo que desearía el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, que en la reunión de la aprobación de la ofensiva el pasado 8 de agosto alertó al gabinete del riesgo que supone para los rehenes. Su oposición a la toma de control de la Ciudad de Gaza no fue tenida en cuenta por Netanyahu. Hoy lidera la operación, aunque aclara que su obligación es «presentar al rango político antes de cada acción todas las consecuencias de seguridad posibles».
«Profundizamos la maniobra en la Ciudad de Gaza, una zona vital para Hamas. Se trata de un paso significativo para llevar a cabo la misión más importante y ética de devolver a todos los rehenes y desmantelar la capacidad de los terroristas», dijo, en contraste con la opinión de algunos ministros que proclaman que lo más importante es lo segundo.
Tras casi dos años de ofensiva, Hamas ya no es el miniejército creado por Yahia Sinwar y Mohamed Deif, ambos muertos en ataques israelíes en el último año. Hoy, actúa más como un grupo de guerrilla intentando sorprender a los soldados con emboscadas y bajo el mando del nuevo jefe del brazo armado, Izz al Din Al Haddad, y su número dos, Raed Saad.
El ejército israelí creía hace un mes que alrededor de 2.500 milicianos se encontraban en la urbe aunque la cifra desde entonces habría aumentado. Gran parte de ellos en los túneles y seguramente con algunos rehenes. Ello quiere decir que hay miles de efectivos del brazo armado en otras zonas de la Franja de Gaza lo que, unido a la rapidez de reclutamiento de jóvenes, hace más difícil y sobre todo lejano o quizá inalcanzable el objetivo de acabar completamente con Hamas.
Tras anunciar que «Gaza arde», el ministro de Defensa, Israel Katz define el momento como «el punto del examen más significativo para decidir la campaña». «De Hamas solo pedimos dos cosas que no dará voluntariamente: liberar a todos los rehenes y entregar sus armas. Queremos tomar el control de Ciudad de Gaza porque es el símbolo del régimen de Hamas. Si Gaza cae, como ellos dicen, Hamas caerá», añadió.
«Hamas ha convertido la Ciudad de Gaza en el mayor escudo humano de la historia. Bajo las calles se extiende una vasta red de túneles que conectan centros de mando, lanzacohetes y almacenes de armas, todo ello deliberadamente oculto bajo civiles y bajo infraestructuras civiles»; denunció el portavoz militar, Effie Defrin, horas después de que los nuevos llamamientos y sobre todo los ataques en el inicio de la incursión aceleraran el flujo de salida de los gazatíes, cada vez más desesperados, llegando a más de 350.000 desde hace un mes. Según fuentes militares, la operación para tomar el control podría durar varios meses pero acabar militarmente con Hamas de forma completa requiere más tiempo. Un calendario que teóricamente es inaceptable para la Administración Trump que desea ver el final de la guerra antes de que finalice el 2025.
El grupo islamista pide permanecer a los más de 600.000 restantes recurriendo al Sumud (determinación o resiliencia), denunciando que no hay condiciones ni espacio en las zonas humanitarias en el Sur y avisando de que el objetivo israelí es que se vayan y no vuelvan.
«La expansión de las operaciones militares terroristas de la criminal ocupación sionista en la Ciudad de Gaza no es más que un nuevo capítulo en la guerra sistemática de genocidio y limpieza étnica contra nuestro pueblo en Gaza», reaccionó Hamas sobre la incursión, condenada ampliamente por Egipto, mediador y vecino tanto de Israel como de la Franja de Gaza y otros numerosos países incluyendo varios aliados occidentales.
La ofensiva terrestre causa pánico entre los gazatíes, en dilema entre la nueva evacuación y el asedio tras dos años de pesadilla intentando sobrevivir, y entre las familias de secuestrados israelíes algunas de las cuales acusan a Netanyahu de «sacrificarlos para seguir la guerra por motivos políticos» y temen que sean usados como escudos humanos por Hamas.
Mientras el gabinete cree que la presión militar doblegará o al menos aflojará la posición de Hamas en la negociación, los dirigentes islamistas mantienen sus condiciones: fin de la ofensiva que ha devastado el enclave palestino, retirada militar completa, canje con presos palestinos, reconstrucción de Gaza y aumento de la entrada ilimitada de la ayuda humanitaria.
Entre las condiciones de Netanyahu, se encuentra el control operativo de la seguridad de la Franja de Gaza para que luego sea gobernada por un ente árabe que no sea Hamas o la Autoridad Nacional Palestina. Sus críticos le acusan de no haber buscado una alternativa real a Hamas, lo que alarga la guerra llevando a su país a tener quizá que instaurar una ocupación militar con todos los efectos que ello conlleva.
«Esto es más grande que una operación militar, creo que están aquí para ocupar», comentó a la CNN Mohamed Albayani un residente de la Ciudad de Gaza en dirección al sur de la franja.
Netanyahu aclara que no desea una ocupación militar ni tampoco, como sí piden dos de sus socios de Gobierno (los ultranacionalistas Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrish), asentarse 20 años después del desmantelamiento de 21 colonias y la retirada en la Franja de Gaza.
Fuente EL MUNDO
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