Un impuesto para los pobres
Al tiempo que pierde posiciones políticas Trump sigue haciendo daño
El territorio de los impuestos es, en muchos casos, cada vez más volátil, como lo son las fronteras económicas en general. Por ejemplo, el impuesto mínimo para las empresas que obtienen beneficios, o el gravamen a los ultrarricos de todo el mundo que ha diseñado el economista Gabriel Zuckman, son objetos de burocracias, giros, marchas atrás, negativas, etcétera. Y no terminan de arrancar.
El presidente de Estados Unidos ha introducido dentro de lo que él denomina la “ley grande y hermosa”, un impuesto a los pobres: un 1% de las remesas enviadas desde Estados Unidos por los inmigrantes a sus respectivos países de origen.
Las remesas de divisas a los países de ingresos medios y bajos constituyen en muchos casos una de las principales partidas para que los habitantes de esas zonas tengan lo mínimo necesario para sobrevivir en condiciones dignas. Esas remesas suman más que la ayuda al desarrollo (por cierto, también liquidada por Trump) y que las inversiones extranjeras.
De este modo, las remesas, como antes los aranceles, se convierten en un arma de la política exterior americana. Se trata de que no salga del país más dinero del que entra, sin tener en cuenta las situaciones de unos y otros.
Una nueva redistribución a la inversa.
Fuente CADENA SER
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