Washington atenazada por Pekín

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Por Eduardo Cornejo De Acosta
Mientras Trump humilla a los europeos y juega a ser «pacificador»
El mundo observó el 13 de octubre un sainete sobre la paz en Gaza. Una paz ficticia, que no tiene visos de ser duradera. Un show montado en Egipto por el señor Donald Trump, que se hace llamar “el pacificador”.
Un patán que zarandeó a su antojo a Emmanuel Macrón, intentó lo mismo con Pedro Sánchez, de España, y abofeteó verbalmente a la Unión Europea; para vergüenza de todo europeo bien nacido.
Una paz, que de acuerdo no tiene nada, mas sí mucho de capitulación, fue una firma obligada al pueblo palestino, un pueblo que viene siendo exterminado.
Y, está bien este alto al fuego, al que Israel no se compromete a respetar, que se puede quebrar en cualquier momento si se le ocurre a Benjamín Netanyahu, pero que le da un alivio a los gazatíes. Un breve alivio.
Un acuerdo que hoy le sirve a la corporatocracia mediática global, a los que manejan las llamadas redes sociales para pasar a un segundo plano, a ignorar los asesinatos diarios de palestinos, los asesinatos directos, -a balazos o bombazos- o los asesinatos por inanición y sed.
Ya no se habla de los ataques israelíes a instalaciones y personal de las Naciones Unidas, a periodistas, a personal y ambulancias de la Cruz Roja, a sedes diplomáticas.
No. Ahora la narrativa que se pretende imponer es que llegó la paz a Gaza, aunque no se habla nada de Cisjordania.ç
Ya no importa que Trump no ganara el premio Nobel de la Paz, al que fue postulado por Netanyahu, entre otros personajes de esa calaña.
Premio que Trump, más de una vez, dijo que merecía, por lo cual no le debe haber hecho mucha gracia que su secretario de Estado, a sabiendas, postulara a una de sus peonas para el devaluado Nobel.
Pero más allá de ese detalle, que debe haber mortificado su ego, hay algo de lo que no se está hablando y que revela la verdadera entraña criminal y mafiosa de Trump y su entorno; y son los negocios que ya se están tramando en Gaza.
Quizá muchos recuerden que, hace unos meses, aparecieron unas imágenes de Trump, sus familiares y amigos, en plena masacre contra los palestinos, disfrutando en unas paradisiacas playas de Gaza.
Claro, eran hechas con inteligencia artificial, pero revelaban las verdaderas intenciones de esos señores.
Hoy, después de más muertes y destrucción, esas imágenes cobran sentido. Esas imágenes era un adelanto de las intenciones.
Y fue triste ver en Egipto, el día de la firma, como muchos personajes, muchos empresarios y líderes de países europeos y árabes, vecinos de Palestina, se sumaban a la comparsa y ofrecían invertir en esos proyectos: turísticos y de hidrocarburos, principalmente.
Proyectos que se levantarán sobre los cadáveres y sufrimiento de los palestinos.
Funesto precedente el que se crea, porque entonces, en adelante, un país podría invadir a otro, exterminar a su población, destruir su infraestructura, apoderarse de su territorio, y luego montar negocios atractivos en los que participarían la corporatocracia global, o los amigos de Trump.
Pretenden la normalización del genocidio en aras de los negocios.
Afortunadamente la corporatocracia mediática global, las redes sociales ligadas a ellas, pierden la hegemonía ante el surgimiento de poderosas plataformas alternativas de Rusia, China, India, Telesur, y Cuatro F, entre otras.
La opinión pública mundial no compra la narrativa de Trump. No la compra por falsa.
Porque, reiteramos, el mundo va cambiando, surgen nuevas potencias que resquebrajan el hegemonismo norteamericano.
Ya lo enfrentan y ponen en evidencia sus debilidades.
Y tienen que ver, como dijo José Vizner, de Negocios TV, que mientras Occidente
se entretiene con el show de Trump, y la geopolítica de escaparate, China avanza con paso firme hacia el liderazgo económico global; China lidera en productividad, innovación, tecnología y política industrial, consolida su modelo productivo. El FMI prevé que China crezca casi el doble que EE. UU. en los próximos años.
Hay algo que los expertos advierten: el crecimiento sostenido solo será posible con innovación real, allí China se consolida. Claro, esas proyecciones son a futuro, a un futuro cercano. Sin embargo hay un hecho actual, de apenas hace unos días, que confirma lo señalado, que apura la redefinición de roles.
Y no solo es porque China supere económicamente a Estados Unidos, es porque ya enfrenta y aventaja a Washington en temas de guerra económica, de geopolítica. Lo demostró el 9 de octubre, cuando anunció restricciones a las exportaciones de tierras raras y tecnologías relacionadas, ampliando los controles sobre el uso de estos elementos críticos para muchos productos de alta tecnología y de uso militar.
Conforme señaló el Ministerio de Comercio chino, las empresas extranjeras requerirán un permiso especial para exportar artículos que contengan incluso pequeñas trazas de elementos de tierras raras provenientes de China. Beijing también impondrá requisitos de permisos para las exportaciones de tecnologías relacionadas con la minería, fundición, reciclaje y fabricación de imanes de tierras raras.
El Ministerio de Comercio chino estima que esas nuevas restricciones servirán para salvaguardar mejor la seguridad nacional y evitar usos en campos sensibles como el militar, derivados de tierras raras procesadas o provenientes de China o de sus tecnologías relacionadas,
Para Neha Mukherjee, analista de tierras raras de Benchmark Mineral Intelligence: esta decisión es una medida estratégica de China que refleja algunas de las nuevas reglas de exportación de chips impuestas por Washington. La mayoría de los fabricantes de imanes de tierras raras en Estados Unidos, Japón y otros lugares siguen dependiendo en gran medida de las tierras raras de China, por lo que estas restricciones obligarán a tomar algunas decisiones difíciles, especialmente para cualquier empresa involucrada en los usos militares de tierras raras, ya que se espera que la mayoría de esas licencias de exportación sean denegadas, acotó.
Según Mukherjee, el mensaje es claro: si Estados Unidos y sus aliados quieren seguridad en la cadena de suministro, deben construir cadenas de valor independientes desde la mina hasta el imán.
George Chen, socio de The Asia Group, cree que las tierras raras seguirán siendo una parte clave de las negociaciones entre Washington y Beijing. Ambas partes quieren más estabilidad, pero aún habrá mucho ruido antes de que los dos líderes, el presidente Trump y Xi Jinping, puedan llegar a un acuerdo final el próximo año cuando se reúnan. Esos ruidos son todas tácticas de negociación.
Claro, pueden ensayarse muchas tácticas, el problema para Trump es que quien tiene el poder y control de ese mercado, quien tiene las tierras y domina la producción, es China.
Y sí, a partir del anuncio del 9 de octubre, el término tierras raras se puso en boga.
¿Qué son las tierras raras? En realidad es un grupo de 17 elementos químicos irremplazables para muchos productos tecnológicos de la actualidad.
Sin ellos no podrían hacerse televisores de pantalla plana, cámaras digitales, LED. Pero quizá, uno de sus roles más importantes, está en la fabricación de los «imanes permanentes”, capaces de conservar sus propiedades magnéticas durante décadas. Son pequeños y ligeros, pero su rendimiento es muy elevado. Son fundamentales para construir vehículos eléctricos y turbinas eólicas.
Otro uso clave, sobre todo en términos de configurar el nuevo orden mundial, el cambio de liderazgo, es su aplicación en tecnologías de defensa, desde aviones de combate hasta submarinos y telémetros láser.
En realidad, los 17 elementos no son tan «raros”, el problema está en conseguir zonas donde las concentraciones sean suficientemente elevadas para extraerlas y que sean rentables.
Conforme a publicaciones del Servicio Geológico de Estados Unidos, el 70 por ciento de las tierras raras del mundo se extraen en China, la mayoría en la mina de Bayan Obi, al norte del país.
Ella sola es mucho mayor que yacimientos como Mount Weld en Australia y Kvanefjeld en Groenlandia, que también tienen grandes cantidades de tierras raras usadas para fabricar imanes.
Ahora se entienden las amenazas y acechos de Trump hacia Groenlandia, ¿no?
Volviendo al tema de las tierras raras, al recurso natural, una vez extraídas deben someterse a un proceso altamente especializado de separación y refinamiento para que puedan usarse.
Dicho procedimiento, casi totalmente, se efectúa en China.
Así las cosas, China no sólo tiene la mayor parte de los metales de tierras raras en el planeta, además, tiene la mayoría de sus imanes.
Más aún, las tierras raras se dividen en: ligeras, medias y pesadas.
Los elementos ligeros suelen ser, con excepción del neodimio y el praseodimio, menos valiosos y más fáciles de obtener. Los elementos más pesados son, en general, mucho menos abundantes y requieren un proceso de separación aún más especializado.
Al respecto, The New York Times reportaba que China tiene 39 programas universitarios de química especializados en las tierras raras.
Los alumnos aprenden lo necesario para desarrollar su carrera profesional en el procesado de las tierras raras y reforzar la posición de su país.
Y aquí se muestra, una vez más, la visión estratégica de los líderes chinos, la manera de afrontar los retos geopolíticos actuales y futuros.
Otro punto resaltado por el medio estadounidense, es que con una producción del 70% del mercado global y un control del 90% de la industria de procesado de tierras raras, el país asiático tiene este mercado absolutamente controlado.
Pero, y aquí un detalle absolutamente revelador, China refina nada menos que el 99% de las tierras raras pesadas del planeta.
Luego del anuncio del 9 de octubre, fiel a su costumbre, Donald Trump amenazó con todo tipo de sanciones y aranceles extraordinarios a China.
Claro a las pocas horas, y ante la abrumadora realidad, debió, como es habitual en él, -por eso le dicen TACO- (iniciales en inglés de Trump Siempre Retrocede), suavizar su verborrea, bajar el tono.
China, no elevó más la tensión, dejó que la inercia jugara a su favor. Claro, hubo un fuerte impacto en los mercados financieros con caídas abruptas y pérdidas millonarias.
Washington quedó en evidencia: depende de China.
Las fanfarronadas de Trump no sirven de nada ante esta realidad. La “principal potencia militar del mundo”, como suelen autodenominarse, depende de su mayor rival geopolítico. Sin las tierras raras chinas quedan de brazos atados.
Estando así las cosas, ejecutivos, estudiosos ligados al sector Defensa en Occidente, piensan que los nuevos controles de Pekín podrían obstaculizar la producción de algunos componentes de armas y aumentar los precios, pese a los recientes esfuerzos para aprovisionarse. Sin esas tierras raras no habría más cazas F-35, misiles Tomahawk, sistemas de radar ni drones.
Voceros de la empresa tecnológica estadounidense ePropelled, fabricante de motores de propulsión para drones, afirman que los retrasos y el posible aumento de los costos podrían conducir a rediseños costosos y a fuentes alternativas.
Manuel Espinoza, Director del Centro Regional de Estudios Internacionales, cree que la concepción imperial de Estados Unidos está en declive y ese proceso es de larga data; empezando en 1959 con el triunfo de la revolución cubana. Tras la caída de la Unión Soviética, Washington creyó poder instaurar un siglo de pax americana, pero ese sueño se frustra con la crisis financiera de 2008 y con la pérdida de influencia militar frente a Rusia y China, afirma Espinoza.
Retomando lo de las tierras raras, el analista internacional Miguel Ángel Temprano manifestó en un medio español que China tiene una gran ventaja para negociar, centrada en el control estratégico que ejerce sobre las tierras raras.
Recuerda que China posee aproximadamente el 80% de los depósitos mundiales de tierras raras y procesa el 90% de estos materiales; esta dependencia pone a Estados Unidos y a Occidente en una posición vulnerable, sobre todo en sectores tecnológicos avanzados como los de microchips, semiconductores y armamento.
En opinión de Temprano, la reacción de Donald Trump en este tema ha sido la de un líder narcisista que podría estar perdiendo la hegemonía que alguna vez creyó tener frente a China.
Estados Unidos intenta promover la fabricación local de microchips, la construcción de megafactorías en Arizona, pero si el suministro necesario de tierras raras, eso sería insuficiente.
Para complicar más el panorama, el Gobierno neerlandés tomó el control del fabricante tecnológico Nexperia, que pertenece a la compañía china Wingtech Technology.
Esta empresa se dedica a producir chips para la industria automovilística, principalmente en Europa.
El gobierno de Países Bajos justificó la decisión diciendo que busca evitar que los bienes producidos por Nexperia (productos terminados y semiterminados) no estén disponibles en caso de emergencia.
El Ministerio de Economía neerlandés invocó la ‘Ley de Disponibilidad de Bienes’ debido a graves deficiencias de gobernanza en el fabricante de semiconductores Nexperia… El proceso de producción habitual de la empresa no se verá interrumpido. Con base en la orden, el ministro de Economía podrá bloquear o revocar las decisiones de la empresa si fueran (potencialmente) perjudiciales para los intereses de la empresa, para su futuro como empresa neerlandesa y europea, o para la preservación de esta cadena de valor crucial para Europa.
Si un país sudamericano, Venezuela, por ejemplo, hubiera tomado una decisión similar, el escándalo en medios y redes sería monumental. Las acusaciones de expropiadores, violadores del derecho internacional, del libre comercio, serían estridentes. Ni hablar de los pronunciamientos de líderes políticos o instituciones como la OMC.
Allí está otra muestra del declive occidental, del porqué pierden la guerra cultural, no cumplen ni siquiera con sus propios “valores”.
La respuesta de Wingtech fue inmediata, cuestionando la intervención, señalando que la decisión de congelar las operaciones globales de Nexperia bajo el pretexto de ‘seguridad nacional’ constituye una intervención excesiva impulsada por un sesgo geopolítico; en lugar de una evaluación de riesgos basada en hechos.
Expresamos nuestra enérgica protesta contra este trato discriminatorio contra las empresas financiadas por China, señaló en un comunicado. Desde que Wingtech Technology adquirió Nexperia, la empresa ha cumplido estrictamente las leyes y regulaciones de todas las jurisdicciones donde opera, manteniendo operaciones transparentes y una sólida gobernanza, destacó.
A su turno, un vocero de Nexperia aseveró que la empresa cumple con todas las leyes y regulaciones existentes, controles de exportación y regímenes de sanciones.
Observadores del gran tablero geopolítico global, creen que la acción de los Países Bajos es otra muestra más de subordinación a Washington, de intentar complacer a la Casa Blanca en su gran disputa con el gigante asiático.
Pero mientras Países Bajos procede así, mientras TACO continúa sus amenazas y reculadas respecto a China, sabiendo que está en manos del gigante asiático, el portal de Bloomberg publicó que Estados Unidos depende, también, de las baterías chinas para estabilizar la red eléctrica y satisfacer la creciente demanda de energía de sus centros de datos.
Así que esta nueva serie de restricciones anunciadas por China a la exportación de sus acumuladores podría tener un impacto importante en la vida cotidiana de los estadounidenses.
Estas restricciones que entrarían en vigor el 8 de noviembre, abarcan una amplia gama de aspectos en la cadena de suministro de baterías. Incluyen baterías de iones de litio a gran escala, utilizadas para el almacenamiento de energía, así como materiales para cátodos y ánodos y maquinaria para la fabricación de baterías, tecnologías en las que China acumula una sólida ventaja.
No es nada halagador el panorama para Washington, aunque Trump parece no tener conciencia. Total, se da por bien servido humillando a los europeos cada vez que se le antoja, o jugando al pacificador.
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