
Las nuevas democracias, especialmente aquellas que surgieron de la «tercera ola» de democratización iniciada en 1974, se encuentran en un complejo proceso de consolidación. Enfrentan desafíos persistentes que amenazan su estabilidad, pero también cuentan con perspectivas a largo plazo que pueden cimentar su futuro.
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Desafíos Persistentes: Legado Autoritario y Realidades Actuales
La consolidación democrática se ve obstaculizada por una serie de problemas, clasificados en:
- Problemas de Transición: Derivados directamente del cambio de régimen:
- El dilema de la justicia (o «el problema de la tortura»): Uno de los temas más emotivos y políticamente sensibles es cómo tratar a los funcionarios del régimen autoritario anterior que cometieron graves violaciones de los derechos humanos, como asesinatos, secuestros o torturas. Mientras que la justicia y la verdad exigen el procesamiento de los culpables, a menudo se argumenta que la reconciliación y el perdón son necesarios para la estabilidad de la nueva democracia. En la práctica, la decisión suele depender de consideraciones políticas y la distribución de poder durante la transición.
- La cuestión pretoriana (el poder militar): Se refiere a la necesidad de contener el poder político del estamento militar y transformarlo en un cuerpo profesional dedicado a la seguridad externa. Las fuerzas armadas a menudo se resisten a perder privilegios o intentan golpes de estado, especialmente si se sienten politizadas o amenazadas. El éxito en su control depende de la capacidad de los nuevos gobiernos democráticos para profesionalizarlas, reorientar sus misiones y reducir sus prerrogativas.
- Problemas Contextuales: Inherentes a cada país, independientemente de su forma de gobierno:
- Estos incluyen insurrecciones, conflictos sociales, antagonismos regionales, pobreza, desigualdad socioeconómica, inflación y deuda externa. Si bien son cruciales, la gravedad de estos problemas (a excepción del bajo nivel de desarrollo económico) no siempre se correlaciona directamente con el éxito o fracaso de la consolidación.
- Problemas Sistémicos: Surgen del propio funcionamiento del sistema democrático:
- Pueden manifestarse en puntos muertos, incapacidad para tomar decisiones, o la debilidad frente a la demagogia e intereses económicos parciales.
- Desilusión y «Nostalgia del Autoritarismo»: Tras la euforia inicial de la democratización, suele aparecer la desilusión con los gobiernos democráticos por su incapacidad para resolver problemas complejos. Esto puede generar apatía o incluso una «nostalgia del autoritarismo», sobre todo en países donde las dictaduras fueron menos represivas o económicamente exitosas. La democracia se consolida cuando se comprende que es la solución a la tiranía, no necesariamente a todos los problemas.
Perspectivas a Largo Plazo: Impulsores de la Consolidación
A pesar de los desafíos, diversas fuerzas pueden impulsar la consolidación democrática:
- Liderazgo Político y Compromiso: La voluntad y habilidad de los líderes políticos son fundamentales para hacer posible la democracia y mantenerla. Aquellos dispuestos a comprometerse y negociar, incluso asumiendo riesgos, aumentan las posibilidades de éxito.
- Desarrollo Económico: Un nivel más elevado de riqueza, una economía diversificada, y una sociedad más compleja y educada son factores que favorecen la instauración y consolidación de la democracia. La expansión de la clase media, producto de la industrialización y el crecimiento económico, es crucial, ya que tiende a confiar en las elecciones para defender sus intereses.
- El Rol de Actores Externos:
- La Comunidad Europea (CE) ha impulsado la democracia al condicionar la membresía a la existencia de gobiernos democráticos.
- Estados Unidos ha desempeñado un papel significativo en la promoción de derechos humanos y democracia, a menudo a través de incentivos económicos y presión diplomática.
- La Iglesia Católica Romana experimentó un cambio de postura a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), abogando por la justicia social y los derechos individuales, lo que la llevó a convertirse en una fuerza opositora a los regímenes autoritarios en muchos países, siendo un actor clave en la tercera ola de democratización.
- El «Efecto Bola de Nieve» o Demostración: El éxito de la democratización en un país puede inspirar y servir de modelo para otros, fenómeno amplificado por la expansión de los medios de comunicación globales, como la televisión por satélite.
- Consenso y Aprendizaje de la No Violencia: La mayoría de las democratizaciones de la tercera ola fueron relativamente pacíficas. La experiencia de violencia civil pasada o la respuesta medida de los gobiernos y la oposición fomentaron la moderación y la negociación. Las transiciones a menudo implicaron negociaciones y compromisos entre las élites, incluso entre el gobierno y la oposición.
- Elecciones como Motor de Cambio: Las elecciones han sido un vehículo crucial para la democratización, incluso cuando convocadas por los propios regímenes autoritarios para renovar su legitimidad. A menudo, los resultados fueron «sorprendentes» para los gobernantes, quienes perdieron el poder.
En definitiva, la consolidación democrática es un proceso dinámico y complejo, donde la institucionalización del cambio político, como la «prueba de los dos recambios» (el traspaso pacífico del poder entre partidos en elecciones consecutivas), y el consenso sobre la democracia como el sistema preferible son indicadores clave de su estabilidad a largo plazo. Si bien persisten obstáculos, la historia sugiere que el desarrollo económico y el liderazgo político siguen siendo los pilares sobre los que se construye y expande la democracia.