

Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol
La aprobación del nuevo código penal no debe ser una respuesta mediática a la tragedia del Jet Set. El país necesita un reordenamiento jurídico de inmediato, y toca a los legisladores aprobarlo. Pero nunca de cara a la multitud, sino a la conciencia.
Para poner en vigencia el nuevo código primero se tiene que desvertebrar su contenido. Tiene que sacarse de sus articulados todo lo relativo a los abortos, y después hablar. La mayoría de los legisladores le tienen miedo a debatir el tema aborto.
En su fuero interno consideran que el sector religioso tiene mucho peso en el país, y que plantear la aprobación de la legalidad del aborto es ir en su contra. El mayoritario sector religioso tiene un gran peso electoral en el país.
Los legisladores saben que no pueden ir contracorriente y en base a su fuerza institucional y el poder que tienen de las leyes, dar su aprobación a los abortos. Para muchos sería perder votos en sus municipios y provincias.
Por lo tanto, lo sensato para la aprobación del código penal es sacar todo lo relativo a los abortos. Ya llegará el momento en que el tema se trate de cara al sol, sin medias tintas y sin querer ocultar la vista de una realidad.
De acuerdo a la voz popular con la penalización actual del aborto habría clínicas y médicos que se dedican a esa práctica. Difícil determinarlo a ciencia real, porque en muy contadas ocasiones ha sido detenido un médico o una enfermera acusados de realizar abortos clandestinos.
La interrupción del embarazo no se puede ver como un hecho individual, sino de esencia colectiva, y debe ser analizado de acuerdo con la ciencia médica y los valores de conciencia y religiosos.
Donde se práctica el aborto sin responsabilidad, se cae en el libertinaje. Ahora ese espinoso tema no soporta en el país un análisis a fondo. Hay dos sectores beligerantes; las iglesias y las feministas y la sociedad civil.
Con el paso de los años habrá cambios de pensamientos, de coyunturas y de posicione sobre la vida que permitirán la aprobación de los abortos. Por lo pronto, debe quedar fuera del código penal, y a esperar seguros enfrentamientos al futuro.
Deben los legisladores actuar con cautela, y bajo ninguna consideración usar lo mediático y coyuntural del Jet Set para aprobar una pieza de tanta trascendencia para la República Dominicana. Ya estamos en el siglo 21 y el ordenamiento jurídico debe ir de acuerdo a la evolución de los tiempos.
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