Invertir en la guerra para matar la vida, conforme se observa en Estados Unidos e Israel, cualquiera podría pensar que genera más beneficios que el turismo.
El mejor ejemplo o simple muestra se aprecia en la invasión de Rafah, Gaza, recién bombardeada por la vampiresa administración de Benjamín Netanyahu.
Irónicamente, Washington después del asalto-bombardeo a dicha ciudadela en Gaza, señala que limitará el envío de armas a Israel.
Sin embargo, cada acción, masacres y exterminio de vidas en Gaza, desde el famoso 7 de octubre, ha tenido el visto bueno del gobierno de Joe Biden.
Se creyó en círculos que el ejército Israelí y sus asesores se habían impuesto a Washington y sus expertos de la CIA, ignorando que las acciones de Israel obedecen a una estrategia de Norteamérica, quien es el verdadero sostén de Benjamín Netanyahu.
Cada pulgada que en territorios palestinos ocupe, el ejército judío ha sido acordado por las partes, es decir, Estados Unidos e Israel.
Ninguna nación bajo el área de control de Norteamérica, desafía al Tio Sam, y menos en un proceso electoral pautado para noviembre, donde precisamente el presidente Joe Biden es candidato a la reelección.
¿Ignoraba la CIA que la sanguinaria administración de Israel bombardearía Rafah? Nngún Estado ni persona con sentido común se los creería, pero sí pensaría que se avanza en el crimen y negociar luego, mejor instalado en territorios ocupados.