Filipenses

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REFLEXIONES…


Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

La Epístola a los filipenses o simplemente Filipenses es un libro de la Biblia en el Nuevo Testamento. Se trata de una carta que tiene en Pablo de Tarso su autor prácticamente indisputado, y en los cristianos de Filipos sus destinatarios.

Escrita entre los años 54 y 61 d. C. en prisión, consta de 4 capítulos. Su propósito principal fue agradecer a los cristianos de Filipos la ofrenda que ellos le enviaron. Pablo trata también temas como la humildad, el gozo, la unidad y la vida cristiana.

Filipos era una ciudad griega de la provincia de Macedonia, donde Pablo había fundado una comunidad cristiana cerca del año 50 d. C. durante su segundo viaje misional.

Su contenido:

En el capítulo 1, Filipenses 1:7 Se interpreta que Pablo escribió esta carta desde la prisión de Éfeso. Los hechos de los apóstoles mencionan que tuvo problemas en aquella ciudad con Demetrio y los plateros Hechos. A esta situación parece aludir cuando dice: “En mis prisiones, en mi defensa y en la confirmación del Evangelio son todos participantes de mi gracia.”

Capítulo 2, San Pablo exhorta a los filipenses a mantener la unidad y la paz en su comunidad, y a tal fin los invita a seguir el ejemplo de humildad dado por el Señor. Pablo está urgiendo a la comunidad de Filipos la unidad eclesial, cuyo presupuesto básico es la humildad (Flp 2,1-4). Les propone ahora, como acicate, un formidable ejemplo: la humillación de Cristo que desemboca en su glorificación.

Incluye un precioso himno a Jesucristo. En él aparecen los elementos característicos de los himnos cristológicos.

Pablo piensa en el Cristo histórico, en el complejo teándrico: Dios y hombre. Pues bien, como Hijo de Dios, tenía por esencia todos los atributos divinos. Pudo haber manifestado exteriormente la gloria, que desde siempre poseía, y, por lo tanto, aparecer glorioso en su humanidad. Pero no lo hizo así. Hecho hombre, asumió la condición puramente humana, como uno de tantos, cargado con las debilidades comunes a los mortales, excepto el pecado. Su humillación culminó en la obediencia a la muerte de cruz.

Por este anonadamiento y obediencia, el Padre lo glorificó constituyéndolo sobre toda la creación, y ordenando que toda criatura reconozca a Jesucristo como Señor, como Dios.

En Cristo se cumplió, como en ningún otro, lo que él había advertido a los demás: «El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Mt 23,12).

“Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.”

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Capítulo 3, Filipenses 3:1-2. La carta a los filipenses tiene una cesura de carácter que no pasa desapercibida. Se puede decir que transcurre plácidamente cuando, de pronto, Pablo espeta:

¡Ojo a los perros! ¡Guardaos de los malos obreros! ¡Cuidado con la mutilación!.

Estas advertencias y el polémico contenido que viene después sustenta la hipótesis de que esta epístola es en realidad una fusión de dos cartas independientes o que fue escrita con alternancia de dos estados de ánimo diferentes. Filipenses 3:5-6 contiene unos apuntes biográficos donde Pablo declara su origen judío, en concreto de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín. Añade, además, que es por la ley, fariseo. Este dato tiene su complemento en el libro de los Hechos donde se dice que fue alumno de Gamaliel un reputado escriba conocido también a través de fuentes judías.

Capítulo 4, Filipenses 4:15-16. Pablo mantenía una relación especial con la comunidad de Filipos que Pablo recuerda agradecido. Afirma que Filipos se hacía cargo de su debe y de su haber, es decir, que le pagaba sus deudas y que sostuvieron su actividad en Tesalónica.

Víctor Martínez te invita a leer durante la semana esta interesante epístola.

Gracias a la hermana Yolanda Logroño por su apoyo con este curso bíblico.

Que la gracia y la paz sean con ustedes de parte de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.

Hasta la próxima.

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