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Un CDP con voz y corazón

Por Alberto Quezada

En un escenario donde el ejercicio periodístico enfrenta precarización laboral, desinformación masiva y ataques sistemáticos a la libertad de prensa, el rol de los colegios profesionales cobra renovada relevancia.

El Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) no escapa a esta realidad. Su revitalización no sólo es deseable, sino urgente.

Atraer nuevos miembros, rejuvenecer su imagen y consolidar su autoridad moral son tareas esenciales si se quiere que esta institución vuelva a ser un actor protagónico en la defensa de la profesión y en la articulación de sus intereses.

El primer paso es volver a comunicar con claridad su propósito. La visión del CDP debe estar arraigada en principios firmes: libertad de expresión, ética profesional y acompañamiento real a los desafíos del ejercicio periodístico. No bastan declaraciones simbólicas.

Se requiere una narrativa coherente y movilizadora, conectada con los valores y aspiraciones de quienes ejercen este oficio en condiciones cada vez más complejas.

Pero el discurso debe traducirse en acción. No hay mejor forma de atraer miembros que mostrar un colegio vivo y generador de oportunidades concretas.

Seminarios, talleres sobre herramientas digitales, asesoría legal frente a agresiones, redes de apoyo emocional y espacios de mentoría pueden reconfigurar al CDP como un verdadero lugar de pertenencia. Cuando los colegas sienten que el Colegio los representa y respalda, nace una comunidad que trasciende la afiliación formal.

El CDP también debe modernizarse. En tiempos digitales, no puede depender solo de canales tradicionales. La presencia activa en redes sociales, contenidos visuales de calidad, campañas interactivas y una web funcional son esenciales para conectar con las nuevas generaciones. Y la transparencia institucional es vital: rendir cuentas, mostrar resultados y comunicar con claridad genera confianza.

Otro eje fundamental es el prestigio social del periodismo. El Colegio debe visibilizar el valor democrático del oficio, compartir historias que inspiren y promover el pensamiento crítico. Solo así se podrá combatir la desafección ciudadana y reposicionar al periodista como actor relevante en la vida pública.

Revitalizar el CDP no es solo fortalecer una institución: es una apuesta por el futuro del periodismo. Una oportunidad para construir comunidad, defender principios y promover la excelencia profesional. La tarea no es fácil, pero sí impostergable.

El autor es periodista y magíster en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo. quezada.alberto 218@gmail.com

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