Episodios previos al inicio de la segunda guerra mundial, refieren que el embajador de Estados Unidos en Japón, informó a Moscú lo que se cocinaba.
Y si en aquella lejana época Moscú, a diferencia de Gran Bretaña, que dejó sola a Polonia, no se pone los pantalones largos, la Alemania de Hitler la habría hecho trizas.
Siempre habrá un oído receptivo en el mundo del espionaje, y fue así cuando el líder del grupo Wagner, intentó marchar sobre Moscú, ya la seguridad rusa esperaba por él.
El Washington Post, así como el New York Times, recogen informaciones que bordean las fronteras de la guerra y de la paz.
Los gritos de guerras proceden de beneficiarios de Washington, así como de líderes en desesperadas actividades electorales, a quienes los industriales de la muerte, es decir, los fabricantes de armas, empujan hacia la aventura.
Y mientras en la OTAN y la UE mueven piezas del ajedrez político, no se discute con qué armas atacarán territorios rusos, sino de qué nacionalidad serán las primeras víctimas.
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