Por Augusto Álvarez
Verificar en el mismo centro, donde se encuentran los productos básicos de la «canasta familiar», nos permite afirmar, al igual que la energía eléctrica, que la situación es difícil para el país, y especialmente para los pobres, que son la mayoría.
Escuché en el supermercado a un señor de unos 80 años, junto a la que parecía su compañera de vida, que Julio Sauri, fue un niño de “teta”, comparado con los actuales administradores de apagones y prendiones.
Y la señora sopló al oído del hombre: «viejo y para que la oscuridad sea total, hasta la cajita de fósforo incrementó el precio».
¡Fenomenales autoridades!, exclamó el hombre, exhibiendo su rabia porque le estaban cobrando 45 pesos por una libra de arroz, por la cual, tres días antes, había pagado 38 pesos.
Y la pregunta sugerida, ¿qué dicen los funcionarios del sector agropecuario?
La respuesta oficial es siempre idéntica: Negar la realidad que está a la vista de todo.
Al compás de la escalada de la tarifa energética, del arroz, de los fósforos, y hasta de las velas, los estómagos insaciables de chóferes públicos se colaron en los abusos a los usuarios del transporte y dispusieron un ligero incremento en sus rutas.
¿Qué autoridad evita que se disparen los precios de los productos básicos de consumo?
Si usted conoce esa autoridad, por piedad, háganoslo saber.